Desde que la plataforma X –antes Twitter– fue adquirida por Elon Musk, las problemáticas inherentes a este medio social, considerado una esfera pública digital en sus mejores momentos, se han exacerbado. Especialmente en cuanto a la amplificación de la desinformación, la propagación de noticias falsas, el exceso de mercantilización y la difusión del odio o el acoso a personas y grupos específicos.