En la década más reciente (1990), la radio sonorense se desarrolló como un actor social -intentando constituirse como sensibilizadora de realidades y reproduciendo actos de demanda social-, así como un eficaz instrumento para difundir versiones, en términos generales, polarizadas sobre la realidad. El rasgo de entretenimiento y pasividad social que por muchos años identificó a la radio quedó atrás.