Abstract
La tradición de estudio de los procesos de comunicación en América Latina nos ha llevado a privilegiar primero el análisis de los emisores, posteriormente la observación de los mensajes o discursos, y finalmente, en los últimos años se ha considerado el examen de la situación de los receptores. Dentro de este contexto de prioridades analíticas hemos centrado mayoritariamente el examen de los procesos de comunicación sobre los medios de información masiva y sus derivados simbólicos; y con ello hemos olvidado o desconocido que en nuestras vidas cotidianas existen otras grandes fuerzas comunicativas, tan o más importantes, que los canales electrónicos de difusión colectiva que determinan constantemente nuestra comunicación y nos imponen, para bien o para mal, un estilo de vida y de humanización.