Abstract
Tradicionalmente, la construcción del modelo de país que hemos deseado ser en las últimas cinco décadas se ha fundado, en primer término, desde la perspectiva económica; en segundo, desde la fase política y casi nunca se ha elaborado desde nuestro nivel cultural de sociedad. Esto debido a que la cultura, cuando más, ha sido considerada por el Estado mexicano como un campo del quehacer humano y gubernamental con contenidos específicos que poco o nada tienen que ver con los ámbitos principales de la realidad nacional.