Abstract
A lo largo de las últimas décadas la televisión mexicana se ha caracterizado por operar con un modelo de funcionamiento dedicado a propiciar el lucro y la acumulación de capital, en vez de impulsar el desarrollo de nuestra conciencia nacional. De esta manera, el Estado y el sector privado han abandonado la gigantesca capacidad persuasiva y educativa que posee este medio de comunicación para crear un cambio de mentalidad en el país que contribuya a resolver los grandes problemas nacionales que obstaculizan nuestro proyecto de desarrollo interno.