Abstract
Mediante las grandes capacidades tecnológicas y de posicionamiento social que conquistaron históricamente los medios de difusión colectivos, éstos se convirtieron en las principales instituciones cotidianas de construcción de la memoria social. A través de su intensa labor de creación de sentidos y subjetividades, cada vez más sustituyen la memoria histórica larga y profunda por la memoria mediática rápida, corta, efímera y superficial, en particular en las urbes. Con ello, transforman la memoria social colectiva y producen de forma cotidiana el olvido comunitario, lo cual contribuye a la reproducción de las estructuras de poder preexistentes.