Abstract
A diferencia del Estado-nación que pretendió durante el siglo XX tutelar las garantías culturales e informativas fundamentales de la población, especialmente después del triunfo de la Revolución Mexicana de 1917; con la maduración de la Cuarta República Mediática en México a principios del siglo XXI, cristalizó en el terreno político, cultural, comunicativo y espiritual del país el Estado Padrastro Comunicativo. Dicho Estado se caracterizó por abandonar su función rectora y protectora de los derechos, necesidades y patrimonio comunicativo básico de los grandes grupos de la sociedad mexicana, para convertirse, cada vez más, en una simple figura administrativa, formal, burocrática, decorativa o hasta mítica, al servicio de la defensa de los intereses de los grandes monopolios de la información.