Abstract
La transformación del sistema político mexicano que se dio, después de siete décadas, con las elecciones del 6 de julio de 2000 y el inicio a la transición a la democracia que se derivó de este proceso requiere, para su consolidación, no sólo la modificación de las estructuras económicas, políticas, culturales, financieras, redistributivas, electorales, burocráticas, participativas, etcétera, del Estado y de la sociedad; además, exige la modificación del actual sistema cerrado, vertical y autoritario de comunicación nacional.