Abstract
Las elecciones federales para la presidencia de la República del 1 de julio de 2012 en México se realizaron en un clima de relativo respeto, limpieza y transparencia institucional a diferencia de otras fases electorales anteriores a la historia moderna del país, que se caracterizaron por la presencia del fraude, en este sentido, el voto de la población fue ejercido con bastante libertad y plenitud sin sufrir grandes alteraciones en el respeto al ejercicio individual de su predilección electoral o experimentar manipulación fraudulenta de los resultados.