Abstract
Con el gran poder que han concentrado los conductores, comentaristas o informadores de los medios, éstos se han convertido en autoridades despóticas y autocráticas que están colaborando a pervertir el sistema de justicia en México, en aras ganar notoriedad, espectacularidad y beneficio material. Dichos informadores, en nombre de la “libertad de comunicación”, acosan, regaña, humillan, acorralan, interrogan e insultan y sentencian como jueces implacables a sus dóciles entrevistados con el fin de exhibirlos ante la opinión publica como malos ciudadanos, sin pruebas contundentes y ganar credibilidad y rating empresarial. En éste proceso se les niega a los acusados su derecho de réplica o se les concede caprichosamente a cuentagotas, según es la “bondad”, la voluntad e los intereses de los conductores y de la empresa.