Abstract
El principio de desarrollo desigual que ha sostenido a la sociedad capitalista durante el siglo xx ha generado crecientes contradicciones económicas, políticas y culturales, que han minado la experimentada capacidad de integración y direcci6n social del Estado contemporáneo. Golpeados en su estructura reguladora por la inequitativa distribución de la renta nacional y por la restringida participación política de las masasen los programas de conducción social, los aparatos del Estado reaccionan creando nuevos proyectos moderados de participaci6n alternativa, o de endurecimiento de los mismos, para recabar la función rectora y mediadora que los conserva como dominantes.